Por: Fernando Londoño Hoyos
Dicen por ahí que al que no quiere caldo le dan dos tazas. Y a veces cuatro, agregamos de nuestra cosecha. Pues como no pareciera suficiente el sainete de La Habana, nos están montando uno nuevo, con los angelitos de Gabino.
El ELN es especialista en estas lides. García Márquez diría que son egregios “mamagallistas”. Incontables han sido los acercamientos hacia la paz, que invariablemente terminan en nada. Hasta por Alemania se pasearon estos bandidos, hablando con una sociedad civil que encabezaba el ex Procurador Jaime Bernal Cuéllar. Nadie explicó jamás quién le dio títulos a los representantes de esa sociedad civil que sin protestas toleró la impostura. Pero ni por esas. Después de pasarla chévere, los bandidos volvieron a lo único que de verdad conocen, que es el crimen.
El ELN apareció en La Habana, pues que a Castro le debemos casi toda la tragedia nacional. Estuvo prácticamente liquidado y lo salvó el negocito extorsivo que montó con la compañía alemana Mannesman. Para estos teutones no importaron unos milloncitos de dólares que pagaron a los que eran por entonces discípulos de ciertos renegados curas españoles y nos dejaron el problema.
Fieles a su origen, estos bandidos se han especializado en el negocio petrolero. Queremos decir que vuelan el oleoducto Caño Limón Coveñas, extorsionan las firmas de ingeniería, secuestran, y asesinan con gran eficacia cuando no les pagan. Sucrueldad es infinita y tienen, como las FARC en Bojayá, su símbolo en Machuca, pueblito al que le prendieron literalmente fuego, con todo y su gente.
El ELN es el mayor depredador del medio ambiente en los tiempos modernos. Nadie lleva la cuenta precisa de los barriles de petróleo que han vertido a nuestros ríos, ni de la porción de fauna y flora que han destrozado. Son pues impecables los títulos que exhiben para sentarse a una mesa con Juanpa, a ver que les toca del país que está feriando el Presidente. El ejemplo de las FARC los anima. Para ellos también debe alcanzar una parte de nuestra soberanía, de nuestra tierra, de nuestra riqueza.
No es verdad que el ELN se haya quedado al margen del narco tráfico. El reciente asesinato de los policías en Córdoba fuera prueba suficiente de que también le jalan a la cocaína. Todo vale.
Cuando Álvaro Uribe llegó a la presidencia, Arauca estaba en manos de estos terroristas. Y como todos los de su clase fueron derrotados por nuestro Ejército. Los salvó Venezuela de la aniquilación y de Venezuela saldrán sus flamantes comisiones negociadoras.
Si cabe, las cosas se van a complicar más. FARC y ELN, que han aprendido mucho, harán valer la cláusula de la Nación más favorecida. Lo que quiere decir que nada de lo que se le conceda al uno se le negará al otro. Y cada equipo negociador hará milagros por superar al vecino en exigencias, en audacia, en impudicia.
Creíamos que con un solo De La Calle era suficiente. Pues ahora serán dos. Que rivalizarán en el tonito gruñón y prepotente que conocemos. Y serán más grupos de víctimas, y más expertos de la Universidad Nacional y de la ONU y más declaraciones y más borradores y más comentaristas, y más amigos de la paz en plena acción.
No hay escapatoria. Al Gobierno le está saliendo todo tan mal, que necesita un nuevo discurso, un nuevo cuento, una nueva pantomima. Y el ELN le viene como anillo al dedo. ¡Qué horror!