Por: Santiago Castro

En Venezuela la situación es cada vez más crítica y las medidas del gobierno Maduro hacen que Stalin se vea como un simple alcalde incompetente. Ordenan tomarse las empresas, expropiar lo poquito que queda de propiedad, reprimir toda protesta y permitir el robo y el saqueo. Algunas voces ingenuas todavía piden que se aplique la carta democrática de la OEA, que ya ha demostrado ser un saludo a la bandera que hace una organización cuya existencia parece perder el sentido. No hay comida, la gente se muerte de hambre. Hemos conversado con varios dirigentes de Primero Justicia, quienes ya no pueden contener las lágrimas al narrar lo que ocurre. 

Ahora bien, en nuestro país la decisión del Congreso de aprobar el parágrafo transitorio que garantiza la inclusión de los acuerdos de La Habana al bloque de constitucionalidad, sin que importe el posible resultado de un Plebiscito que ya no sabemos si se realizará o no; ha generado múltiples reacciones en contra y así no lo digan en público, tiene a los gremios con los pelos de punta. Los acuerdos pueden incluir reforma agraria, expropiaciones y amplias limitaciones para la libertad económica. A diferencia de lo que tantos han querido mostrar, el fin del conflicto con las FARC no implicará un mejor desempeño de la economía. De hecho, podría ser todo lo contrario una vez se fortalezcan el ELN y las Bacrim, en un escenario donde las Fuerzas Militares no pueden actuar como les corresponde, por temor a un gobierno que ya demostró que cualquier acto contra las FARC tendrá consecuancias nefastas para quienes así procedan.

El triste panorama para Colombia es que la PAZ con las FARC no es la paz de Colombia, no garantizará el crecimiento de la economía, no garantizará mayor convivencia, pero sobre todo, el narcotráfico quedará impune y protegido. Como nunca antes el cultivo de coca y la producción de cocaína están disparados en Colombia, al punto que a un solo capo le han decomisado más de 9 toneladas y nadie parece asombrarse.     Es además, un tema que debe preocupar al gobierno de los EEUU, pues los carteles mexicanos hacen fiesta y serán los primeros en celebrar la firma de un acuerdo con sus socios.

El narcotráfico va bien y la economía va cada vez peor. Esos parecen ser los dos pilares sobre los que hoy se asienta este proceso que está dejando al Estado colombiano sin pies ni cabeza.