Créannos que es con mucho dolor y con una irrefrenable, inmanejable sensación de asco, de repugnancia, que debemos dar a ustedes la noticia de que la Policía colombiana y los jueces o fiscales colombianos, los que permitieron la fuga de la señora Aída Merlano y nos pusieron en ridículo ante el mundo, se han desquitando poniendo presa a la hija y trayendola prisionera a Bogotá como el gran trofeo de guerra. Les queremos decir con toda franqueza, desde el fondo del corazón, que eso nos produce asco; es una especie de secuestro del Estado a la hija de la señora Merlano para decirle a la señora Merlano aquí está su hijita, si quiere volverla a ver o si no quiere que la condenemos y que la sigamos maltratando, venga por ella, descúbrase ante las autoridades. Uno no puede actuar de la misma manera y con las mismas armas con que actúan los bandidos…