Por: Santiago José Castro

El día lunes 16 de mayo se reunieron con el Presidente de la República los Directores y dirigentes más importantes de la coalición de gobierno. Llama mucho la atención la presencia de David Barguil, Presidente del Directorio Nacional Conservador, quien había indicado que su partido mantenía la independencia frente al gobierno nacional. De hecho, para hoy está convocada la bancada conservadora para revisar los acuerdos que se han logrado en La Habana, pero seguramente terminarán respaldando al gobierno nacional en su intento por suspender la Constitución Política e imponer una nueva, esta vez acordada con la guerrilla de las FARC, aún en armas. Pretender que el pueblo de Colombia acepte sin más unos acuerdos que no conoce y que aún no se han socializado como corresponde, es otra más de las tantas salidas en falso del mandatario.

Es el gobierno de los anuncios, como aquél que indicara que el proceso de La Habana sería un proceso de meses, o cuando indicó que jamás subiría los impuestos. Los partidos de la Unidad Nacional le tienen pavor a retirarse de la misma, pues han soportado sus maquinarias electorales en la participación burocrática y en los contratos que pueden gestionar ante el gobierno nacional, más ahora en un año de crisis, donde el gasto público irresponsable es lo único que los mantiene. Por ello, no tiene sentido pensar que en el Congreso estará representada la voluntad popular al momento de revisar los acuerdos que lleguen de Cuba. Allá se logran transacciones donde a cambio de sus votos, el gobierno nacional se compromete con inversiones, burocracia y uno que otro favor que jamás se comunica.

El gobierno ahora cuenta con el respaldo de un elefante blanco que despertó de su sueño profundo, y de un orangután que se alimentó en Cuba. Se romperá el orden constitucional, se irrespetará la sana propuesta de que todos somos iguales ante la ley y se le dirá al pueblo colombiano que tomar las armas y proceder con las vías de hecho es la mejor forma de lograr un objetivo político. EL Congreso de Colombia pocas veces ha logrado mantener su independencia frente al ejecutivo y esta no será una excepción. Ojalá la ciudadanía reaccione y en 2018 castigue con su voto a quienes aprobarán este adefesio.