Por: Fernando Londoño Hoyos
El título podría incitar al lector en muchas direcciones: la farsa de Conejo, los sobrecostos de Reficar, el desastre de Ecopetrol, los secuestrados del ELN, la platica de Isagén, el incendio de Guatapé. Pero queremos ocuparnos de asunto que literalmente nos compromete, sin solución a la vista. Colombia está en llamas: se queman los bosques que colindan con barrios bogotanos, se quema Pácora, en Caldas, se quema Boyacá, se quema Cundinamarca, nos quemamos por todos lados, lo que es serio problema.
Pero más serio que las llamas es que no hay con qué apagarlas. Produce dolor, en el exterior producirá risa, ver en cada incendio decenas de corajudos bomberos, de voluntarios resueltos, de policías que no saben qué hacer y después de horas o de días de espera, algún helicóptero que le tira baldados de agua al fuego que ya causó todos los daños. ¡Apagamos incendios forestales a baldados, amigos, como se hacía en el medioevo o en la antigüedad!
En estos tiempos de internet, los incendios forestales se combaten con aviones especiales, que tienen enorme eficacia. Y que usted, lector amable, pensará reservados para naciones muy desarrolladas, llenas de dinero. Pues no. La cosa no es de plata, sino de pereza y despilfarro. Dos males endémicos en el alma de Juanpa y su Gobierno.
Chile es un país que no tiene la mitad de la población colombiana, pero que desde la época de Pinochet se dedicó a sembrar bosques. Siembra por año más de los que destruyen nuestros próceres de las FARC para producir coca. Centenares de miles de hectáreas.
Pues Chile sufre incendios forestales en la época del estiaje, que por el fenómeno del Niño ya cubre seis meses del año. Pues apaga los incendios con aviones especializados y no a baldados. Así que nos dimos a la tarea de averiguar cómo lo hacían y encontramos que el asunto es sencillo y sorprendentemente barato. La CONAF, es dueña de 4 aviones de fabricación polaca, que llamaremos por su nombre en español, los dromedarios, y que tiene cada uno el doble de capacidad para verter agua que los helicópteros, con una eficacia sorprendente, porque están hechos para eso, para apagar incendios, y su dedicación es exclusiva.
Pero la CONAF no se quedó quieta. Y ha importado dos aviones Air Tractor, de fabricación norteamericana, que triplican el volumen de agua de los helicópteros, con eficiencia fantástica, como cabe suponer. Chile apaga sus incendios como en la era moderna.
Se dirá muy cara una flota de aviones de esa calidad y capacidad. Y aquí viene lo mejor de la sorpresa. Cada dromedario vale trescientos cincuenta mil dólares y cada Air Tractor un millón ocho cientos mil dólares. Costo de la flota completa: cinco millones de dólares. Para hacer composición de lugar, la cuarta parte del Legacy que se compró por 22 millones para que doña Tutina salga de viaje, y lo mismo, cinco millones, que el Beechcraft que Juanpa adquirió para que sus ministros salgan a defender la venta de Isagén y a explicar lo de Conejo.
Por falta de cinco millones de dólares, Colombia está en llamas y se va a quemar entera. Porque la plata se va en lujos idiotas y en mermelada corrupta. Y si apuramos el argumento, lo mismo pasa con los hospitales, y con las escuelas, y con las cárceles y con las carreteras.
No tenemos plata para nada, porque se la roban toda. ¿Entendido?