Por: Roberto Mora S
El golpe militar contra el Primer Ministro Ergodan fue sofocado rápidamente en las calles por ciudadanos que atendieron el llamado que el Jefe de Gobierno hizo desde su teléfono inteligente a través de una aplicación de Facebook. Un signo de los tiempos. En otra época habría bastado con que los golpistas controlaran los medios de comunicación masivos. Pero como controlar las redes sociales? El intento de golpe deja cerca de 290 muertos, y muchas preguntas. Como afectara este intento de golpe la situación política en dicho país? O la lucha contra el Estado islámico? O su acceso a la Unión Europea?
Recordemos que Turquía no es cualquier país del medio oriente. Ha pesar de que el 96% de sus habitantes profesan el islamismo, ha sido un estado laico desde su fundación en 1929 por Kemal Ataturk, quien impuso severas reglas de secularización de la vida social, impuso códigos de vestir occidentales e incluso frustró los intentos de restaurar el Califato. Esta estratégicamente ubicado a las puertas de Europa y con fronteras con Rusia, Irak, Irán, Siria y el Estado Islámico; alberga 3.000.000 de refugiados de Siria; tiene el segundo mayor ejercito de la OTAN y ha sido tradicionalmente un aliado de los EEUU.
Pero el presidente Erdogan , con 13 años en el poder, abraza el Islam amenazando el carácter laico de Turquía, y en repetidas oportunidades ha exhibido su carácter autoritario. Se teme que va a aprovechar el intento de golpe para eliminar a sus adversarios políticos. El Ministro de gobierno admitió que mas de 6.000 personas fueron detenidas el domingo, incluyendo casi 3.000 miembros de las fuerzas militares. El hecho de que un número tan alto de militares fueran arrestados alrededor del país demostraría que si bien es una minoría, se trata de un grupo significativo y quizás de una fractura entre el estamento militar. Incluso el poder judicial ha sido afectado, con la destitución de 2.745 jueces.
Los medios reportan que la multitud que ayudó a frustrar el golpe de estado estuvo conformada por sus seguidores religiosos, y que el momento fue un triunfo del islamismo. Los manifestantes no invocaban principios democráticos, sino que entonaban slogans y cánticos religiosos. El domingo, desde 85.000 mezquitas, líderes religiosos invitaron a continuar las movilizaciones de apoyo al Primer Ministro.
Durante los funerales de algunas de las víctimas en Estambul, el Primer Ministro ha sugerido la posibilidad de restaurar la pena de muerte, medida que afectaría negativamente las posibilidades de que Turquía acceda a la Unión Europea. También ha acusado al clérigo Fetallah Gulen, exililado en los EEUU, de estar detrás del intento de golpe, y ha demandado su extradición, lo que podría desatar una tensión diplomática con Washington. La pregunta es si lo que nos espera es una Turquía islamista y autoritaria y, como Irán, adversaria de Occidente.