Lo que está pasando en la frontera entre Colombia y Venezuela es demasiado grave para ser tratado con frivolidad o para permitir que las pasiones nublen las razones, es demasiado grave. Estas escenas que veíamos de los colombianos huyendo despavoridos, de las mujeres y los niños lanzados al río Táchira, con alguna bolsita que era el resultado final de su trabajo de años, lo que les quedaba, lo que les permitieron los guardias venezolanos sacar de sus casitas, antes de ser demolidas…