Por Fernando Londoño Hoyos.
Cuando uno dice que en este gobierno se lo roban todo, guarda la recóndita esperanza de que resulte lo dicho algo exagerado. Pero nada. Se lo roban todo. Y todo es todo.
Faltaba por ver que se robaban la platica que regalaban países amigos de Santos y las FARC, que son una y la misma cosa, con el piadoso intento de servir como paliativo a los daños que le han causado a Colombia esos ricachones. En algo tenían que aliviar su conciencia los noruegos, suecos y suizos, un tanto congestionadas por sus simpatías con los peores criminales del mundo. Y a ese pío propósito se sumó el doctor Luis Alberto Moreno, tan poco categórico en la defensa de los derechos de los colombianos pateados por las FARC, con un crédito de los que llaman blandos.
En total, entre regalos de países felices y préstamo del Banco creado para nuestro desarrollo, llegaron algo más de trescientos millones de dólares a las arcas que maneja Cárdenas. Para traerlos a pesitos colombianos, fueron como novecientos mil millones, que para algo bueno habrían de servir.
Pero se los robaron. Cómo sería descarado el latrocinio que Suecia, Suiza y Noruega preguntaron por la platica, que en diplomático lenguaje significa que sabían que se la habían robado. Y de encima o ñapa, como en Caldas decimos, echaron la persona que supuestamente iba a manejarlos. Estorbaba, la señorita Hurtado.
Como es de usanza, Santos salió a jurar y perjurar que todo era transparente y que muy pronto veríamos los colombianos las maravillas que el Gobierno haría con estas larguezas. Por el mismo camino salió el ministro Cárdenas y también la señora que con esos recursos contrató para no se sabe qué tarea a la persona con quien comparte lecho, mesa y habitación, como reza el Código de Derecho Canónico.
Juramento va, juramento viene, explicaciones llueven, promesas se apeñuzcan, como también decimos por las cafeteras breñas, y de la platica, nada.
Qué fácil hubiera sido mostrar los asientos contables que demuestren el ingreso de los novecientos mil milloncitos de pesos, y la prueba, elemental y simple, del lugar donde reposan. Pero nada. Para Santos y su Ministro de Finanzas es cosa demasiado complicada y abstrusa mostrar lo que muestra en dos minutos un empleadito de tercer nivel encargado de seguir las trazas del dinero. En su lugar, como decíamos, lo de siempre: juramentos, declaraciones, gestos, telepronter y promesas. De los trescientos millones, ni huellas. Que tampoco las sigue el BID, tan celoso, como debe ser, por la plata que presta.
Mientras tanto, el Fiscal, el Procurador y el Contralor se unen para decir que el asunto no está claro, sino muy oscuro, como todo lo de este gobierno.
Otra platica que se robaron fue la de FONSECON, un fondo creado y puesto por la ley a disposición del Ministro del Interior, para dedicarlo a defender la seguridad de los ciudadanos y el orden público. Para ese fin pagamos los colombianos un 5% de recargo en el costo de todas las obras públicas, y el monto de lo recaudado supera los trescientos mil millones de pesos anuales. Pues a la más aguerrida de las senadoras de Colombia, Paola Holguín, se le ocurrió seguirle la pista a ese dinerito en los últimos tres años. Y ha encontrado que también se lo robaron.
Entrado en ira, el Ministro Rivera entabló denuncia por calumnia contra la Senadora, cuando lo más sencillo era explicar en que se habían gastado, entre él y su antecesor Juan Fernando Cristo, esa bonita suma con destinación tan bonita y urgente.
Con los recursos de FONSECÓN se construyeron, en municipios cercanos al corazón de los Ministros, unos tales centros de convivencia ciudadana, que son una canchitas para jugar micro fútbol, donde desde luego nadie juega fútbol. Esa era una parte mínima de la partida, lo que ya implica un delito de peculado. Pero es que lo grueso del tema, o lo más grande del dinero, se fue para unos contratos chimbos, como por ahí decimos, que Rivera no puede explicar y que desde luego se celebraban con amigos del gobierno para pagar favores o comprometer conciencias. También a FONSECÓN se lo robaron.
Y ahora descubrieron que se robaron la plata de la Justicia Especial para la Paz, como llaman esa basura. El Secretario General contrató, contrató y contrató y cuando le preguntaron lo que contrató, prefirió irse. Los magistrados comunistas, incluida la esposa de su más claro allegado, el Senador Cepeda, no tienen siquiera dónde absolver a sus socios de las FARC ni condenar a los odiados militares que han salvado a Colombia. ¡Se les robaron la platica de los escritorios y los teléfonos!
Es una lástima. No exageramos. Al país se lo robaron. Hasta en estas pequeñeces. Ni preguntar por lo grande, ¿verdad?