Se disparó el dólar
Por: Fernando Londoño Hoyos
Le pareció cosa estupenda al señor Ministro de Hacienda la disparada del dólar. A nosotros también, solo que nada podíamos hacer contra la revaluación del peso y el Ministro sí. Entonces, nos preguntamos, por qué no actuó cuando debía?
El Ministro Cárdenas dijo que esperaba para este 2.014 un dólar de $1.950, y terminando enero iba en 2.020, con imparable tendencia al alza. Como en economía todo se explica, veamos las razones de esta positiva realidad nueva en la economía colombiana.
El dólar sube porque está escaso, dice el bueno de Perogrullo. Lo que importa saber es por qué hay pocos dólares flotando en el mercado.
Lo primero, por la caída de los capitales golondrina, esos que venían a lomo de computador en segundos para ganar mucho en Colombia, cuando en otras partes ganaban poco. Y esas golondrinas se fueron porque las cosas cambiaron en el mundo rico y es tiempo de aprovecharlas. Además, porque se ha perdido confianza en estos mercados, como consecuencia del negro panorama que tienen los acreedores en Argentina y Venezuela, sin que anden demasiado contentos con el Brasil. Confianza a la baja e interesantes perspectivas en los mercados grandes, sacaron muchos dólares de Colombia.
Al paso habremos de decir que la fuga de esas avecillas volanderas ha golpeado la Bolsa colombiana sin compasión. De fin de enero del año pasado, a este fin de enero al que le acabamos de decir adiós, el Índice General de la Bolsa de Colombia ha caído 20%. Los accionistas colombianos, los fondos de pensiones y los ahorradores que se entusiasmaron con los buenos precios de la Bolsa, han perdido en un año más de doscientos cincuenta billones de pesos. Algo así como el PIB de dos años en Colombia. Claro que los cuatrocientos mil accionistas privados de Ecopetrol no perdieron el 20 sino el 40% de su patrimonio. ¿Inquietas estas golondrinas, no?
Pero no solo se fueron los inversionistas de portafolio, como los entendidos llaman las golondrinas, sino que maldita la gana que tienen las empresas colombianas para tomar créditos en dólares. La diferencia de interés se pierde con la devaluación. Se va lo comido por lo servido y de pronto más. Esos dólares tampoco están entrando.
Está cayendo la inversión extranjera, especialmente la de petróleo y minería, de la que vivía tan ufano el Presidente Santos. A las compañías extranjeras les parece muy aburrido que les secuestren o asesinen sus ingenieros, que les vuelen todos los días los oleoductos, que las FARC les prohíba los estudios de sísmica y que les organicen Consultas Populares por las que tres mil habitantes de un Municipio detienen la marcha de una inversión que hacen, según dice la Constitución, en un bien de la Nación, que es el subsuelo. Nos cuentan que están vacantes el 60% de los taladros disponibles en Colombia para perforar pozos, cuando hace dos años era poco menos que imposible conseguir alguno.
Los exportadores saldrán de la ruina, los cafeteros en primer lugar, los industriales se sentirán estimulados para equiparse, crear fábricas, vender más en el mercado y cualquier productor colombiano sabrá que no lo destrozarán con tanta facilidad los productos importados a precios ridículos.
Hay que tener fe y paciencia. No se compone en una hora lo que el Gobierno de Santos ha desbaratado en tres años y medio.
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