No hay un espectacular más escalofriante, ni hay una circunstancia más asustadora que el espectáculo que representa un caballo desbocado; un caballo desbocado no obedece a las riendas, a las piernas del jinete, no entiende razones, las razones con las que se manejan los caballos nobles, no las entienden los caballos desbocados, y van en un galope frenético, en una carrera sin orillas, hacia no sabe dónde…