La Hora de La Verdad

Qué tipo de uribista es Iván Duque ?

 

Por Eduardo Mackenzie

@eduardomackenz1

8 de marzo de 2017 

 

Hace cuatro días, Alberto D. Prieto, periodista del diario español OK Diario, publicó un artículo intitulado así: “Iván Duque: ‘Comparto con Trudeau y Macron su visión centrista’”. El senador uribista explicó a ese matutino sus ideas sobre varios temas colombianos y detalló, al final, que él “se reconoce en la ‘identidad generacional de Trudeau y Macron, al igual que en su aproximación de centro’”. 

Al compararse e identificarse con esos dos políticos extranjeros, que no son centristas sino de pura izquierda, Iván Duque muestra sus verdaderas inclinaciones políticas. 

¿Quiénes son esos dos protagonistas? Primer ministro de Canadá desde noviembre de 2015, Justin Trudeau es jefe de una formación de centro-izquierda, el Partido Liberal. Es, sobre todo, un hijo de papá: es el heredero de Pierre Elliott Trudeau, una vaca sagrada “progresista” de Canadá, quien fue primer ministro durante 15 años. Él era admirador de Mao y amigo personal de Fidel Castro, así como antiamericano, anti Quebec y favorable al federalismo canadiense. Empero, Pierre Trudeau no logró sacar a su país de la OTAN. De hecho, su propuesta de la “tercera opción” fracasó pues Canadá terminó reforzando sus lazos de defensa, económicos y culturales con Estados Unidos. 

A Justin Trudeau la prensa internacional lo describe como el político “más cool del planeta”, como un anti Trump confirmado y como un hacker aficionado. El joven primer ministro cumple, en efecto, todos los requisitos para ser visto como el bebé prodigio de la izquierda mundialista: es favorable a la legalización del consumo de la marihuana, al burkini, a la gaypride y a los embelecos societales anti-familia y anti-filiación natural: matrimonio homosexual, fertilización artificial y alquiler de vientres para la procreación. 

Trudeau cree, además, que Canadá debe retirarse de las operaciones militares contra el Estado Islámico en Irak y que puede recibir inmigrantes de siete países musulmanes. Quiere imponer un impuesto carbono en 2018, es admirador de Raúl Castro y de Barack Obama y, obviamente, da un “respaldo total” a los acuerdos Santos-Farc. 

Sin embargo, algunos estiman que el hombre es menos encantador de lo que parece. Detrás de su sonrisa Pepsodent se esconde un hombre irascible que no soporta que lo contradigan. Trudeau le dio un golpe de codo en el pecho a una diputada después de haber atrapado a otro diputado por el brazo, durante una sesión del parlamento canadiense, por lo que tuvo que presentar sus excusas. 

Peor, el Partido Conservador y el Partido Nueva Democracia acusan a Justin Trudeau de haber recibido dinero para financiar al Partido Liberal a cambio de acceso privilegiado al primer ministro y a su gabinete. La revista Vanity Fair indico en diciembre pasado (1) que varios medios británicos revelaron que “un multimillonario de su país aseguraba haber exigido a Trudeau que autorizara inversiones chinas en desarrollo inmobiliario y el cuidado de adultos mayores”. Todo indica que el organismo de control ético de Canadá investiga esas quejas e interrogará al mandatario sobre esas jugadas poco correctas.

Tras la muerte de Fidel Castro el pasado 25 de noviembre, Justin Trudeau fue el único mandatario, exceptuando los bonzos Nicolás Maduro y Rafael Correa, que le rindiera homenaje al dictador cubano. “Fidel Castro era un gran líder… que sirvió a su pueblo durante casi medio siglo. Fue un legendario revolucionario y orador. El señor Castro hizo mejoras significativas en la educación y la atención de la salud”, declaró el canadiense (2). La respuesta no tardó: “Trudeau tuvo hoy la oportunidad de defender la libertad y la dignidad humana, pero prefirió defender a un dictador brutal”, dijo la diputada del partido conservador canadiense, Kellie Leitch.

¿Ese es el hombre que tanto admira Iván Duque?

 

Veamos ahora quien es Emmanuel Macron.

En París, este personaje es visto como “el robot programado de François Hollande”. El candidato presidencial del nuevo partido En Marcha, que hoy dice ser “ni de izquierda ni de derecha” o, mejor, de derecha cuando su auditorio es de derecha y de izquierda cuando su auditorio es de izquierda, goza en realidad del apoyo del ala pesada del Partido Socialista, donde están los veteranos cuadros mitterrandistas (Attali, Minc, Orsenna, Delanoe, Collomb, Pierre Bergé), de la prensa de influencia, de los grandes patronos y hasta de las agencias encuestadoras de opinión. Todos, sin hablar del sustento discreto de Hollande, ayudan al joven ex ministro y lo muestran como un hombre de Estado y como el potencial salvador del Partido Socialista. 

Pues esta formación está a punto de desaparecer a causa de sus contradicciones ideológicas y sus divergencias internas: ha explotado en fracciones hostiles las cuales impulsan tres candidaturas presidenciales, frente a dos fuertes corrientes y candidaturas, la de extrema derecha y la de centro-derecha: la de Marina Le Pen, del Frente Nacional, que ocupa el primer lugar (27%) en los sondeos, y la del partido Los Republicanos, de François Fillon. 

Fillon era el gran favorito para ganar la elección presidencial de abril-mayo de 2017, antes de que desataran contra él los brutales ataques del polo judicial, orientados por el poder socialista y la izquierda militante, sectores que parecen decididos a impedir que el principal partido de Francia en términos electorales y en representación parlamentaria, tenga como candidato al católico François Fillon, elegido en una consulta abierta de la derecha y del centro en noviembre de 2016 que movilizó 4,4 millones de electores. Pero con la gran manifestación del 5 de marzo pasado, en París, Fillon demostró que su resistencia a la operación de desestabilización pagaba y que sus enemigos no habían logrado destruir el apoyo de las bases republicanas. 

Macron inició su campaña sin tener un programa de gobierno. Hace unos días presentó un texto, más bien corto, donde aparecen una serie de medidas puntuales que no muestran una visión cabal de la sociedad. Preocupa también su actitud ambigua ante el islamismo. El critica a Fillon quien promete reprimir sin falla el terrorismo islámico. Durante un viaje a Argelia, y para atraerse el voto magrebí, Macron mostró su ignorancia sobre de la realidad histórica al decir que la colonización había sido un “crimen contra la humanidad”, como los cometidos por la Alemania de Hitler, lo que desató amplio rechazo verbal y hasta judicial y no solo desde la derecha. 

Macron recibió también duras críticas de eminentes intelectuales al recitar otro clisé habitual izquierdista según el cual “no hay cultura francesa”, es decir no hay una base firme para la identidad nacional. Según él, esa identidad sería la yuxtaposición de comunidades que no se tocan. Más de mil años de civilización francesa serían así evaporadas por él, de la noche a la mañana. “En buen progresista, Macron programa la obsolescencia de la nación francesa, de nuestras costumbres, de nuestra cultura”, respondió la filósofa Bérénice Levet. Quien agregó: “Él es el candidato de lo post-nacional (…). El agrava el proceso de destrucción de Francia (…) su visión del mundo es puramente económica, Francia es una especie de Silicon Valley, una start-up a hacer prosperar”. 

Emmanuel Macron, 40 años, es miembro del Partido Socialista desde 2006. En septiembre de 2008, se retiró de la Inspección General de Fianzas y obtuvo un alto cargo en la banca de negocios Rothschild. En 2012, se convirtió en el principal consejero de Hollande en materia económica desde su cargo de vicesecretario general de la presidencia la República. En 2014, fue nombrado ministro de Economía y de Finanzas. Desde esas posiciones, Macron concibió y respaldó la atroz política económica de Hollande, en especial el masivo aumento de impuestos que arruinó la competitividad de miles de empresas y aumentó el desempleo y la pobreza en Francia. 

Eso no le impide a Macron declararse ahora como un candidato “liberal” y “antisistema”. Lo que es contestado por la aguda analista Natacha Polony: “Emmanuel Macron es la encarnación absoluta del sistema y de los intereses financieros quienes se dijeron que, finalmente, la clase política y los partidos políticos estaban quemados, que no había interés alguno en apoyarlos y que mejor era hacer la tarea ellos mismos, es decir retomar la mano y decidir directamente la política a seguir”.

¿Ese es el político francés que Iván Duque ve como un ejemplo a seguir?

 

Notas

(1).- vanityfair.mx/v..-perfecto/21752

(2).- Vanity Fair evocó las afirmaciones de un político australiano, Peter Wallace, quien publicó en Twitter una imagen que muestra el increíble parecido entre el Justin Trudeau y Fidel Castro joven. Wallace subraya que la familia Trudeau y los Castro eran grandes amigos. La revista americana dice: “La madre de Justin se refirió en el pasado a Fidel como un hombre ‘cálido y encantador’ y el mandatario cubano visitó Canadá para reconfortar a su familia cuando el padre de Justin, Pierre Trudeau, falleció.”

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