El alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori, y el jefe de Neumología del hospital de la ciudad italiana, Fabiano di Marco, usaron la misma expresión para referirse al partido entre el Atalanta-Valencia disputado el pasado 19 de febrero en el estadio de San Siro (Milán): “una bomba biológica”. Esa noche de Champions, 40.000 aficionados del Atalanta recorrieron los 60 kilómetros que hay entre Bérgamo y Milán, y unos 2.500 valencianistas se desplazaron al encuentro.
“En ese momento no sabíamos lo que pasaba”, afirmó Giorgio Gori en una entrevista a través en Facebook. “El primer paciente en Italia fue el 23 de febrero. Si el virus ya circulaba, los 40.000 aficionados que fueron al estadio de San Siro se contagiaron. Nadie conocía que el virus ya circulaba entre nosotros. Muchos vieron el partido en grupos y hubo muchos contactos esa noche. El virus pasó de unos a otros. Fue una bomba biológica”, añadió el político.
De aquel desplazamiento volvió infectado un periodista español, Quique Mateu, que pasó 25 días hospitalizado antes de recibir el alta. Y posteriormente el Valencia ha informado de que el 35% del vestuario del primer equipo (cuerpo técnico, médicos, jugadores y resto de empleados) había dado positivo. Entre ellos, los jugadores Garay, Mangala y Gayà. En el Atalanta, hace unos días se supo del primer contagiado, el portero reserva Sportiello.
Tres semanas después de aquel encuentro en Milán (el Atalanta juega allí sus partidos de Champions) calificado como bomba biológica, la crisis sanitaria ya se había desatado y el duelo de vuelta en Mestalla se disputó a puerta cerrada.