Recuerdo tanto las enseñanzas de filosofía que nos daban en el colegio de San Bartolomé los padres jesuitas que eran de clarísima estirpe escolástica, y los escolásticos tenían un punto de partida para toda averiguación filosófica. Ese punto de partida lo llamaban el estado de la cuestión, uno tiene que definir la cuestión porque sí no lo define pues no resuelve nunca el problema, no encuentra el fondo del asunto, no sabe para dónde va…