Quise tratar en el editorial de hoy un tema que vuela alrededor mío desde hace mucho tiempo, muchos años. Cuando muere un soldado de la república, se lo olvida, en la jerga oficial se dice que se lo envió a su lugar de origen, es decir que a la madre desconsolada se lo mandaron en un ataúd si acaso con la bandera de la patria encima, nada más, nuestros héroes se pierden en el olvido. He dicho varias veces que los soldados tienen nombre y era recordando un escrito de mi padre Fernando Londoño y Londoño…