Hay un dicho que es mucho menos popular de lo que mereciera, “las penas de los demás son muy llevaderas”. Cuando uno ve esos derrames de petróleo en Puerto Asís o en las vecindades de Tumaco o en cualquier lugar del país, donde el ELN o las FARC se mantienen en su tarea predilecta o una de sus tareas predilectas, la de volar oleoductos, cuando ve esos ríos convertidos en una mancha de petróleo, en una macha negra, y sabe que eso va a impedir que la gente tome agua, y que el ganado que pasta a las orillas de esos ríos se pueda alimentar, y que la vida sea posible en esas regiones, piensa, bueno, pobrecitos, las penas de los demás son muy llevaderas…