Queridos amigos, pertenezco a una generación donde por regla general, por regla general, los magistrados de las altas cortes eran impolutos, eran los más sabios. Era el final de una gran carrera al servicio del derecho, pues esos funcionarios estaban en las antípodas de lo que hoy se llama la justicia espectáculo. Yo no puedo pensar en ninguno de mis viejos profesores que fueron magistrados eximios como José María Esguerra Samper, como Ricardo Medina Moyano, como Juan Benavides Patrón, saliendo a los periódicos a dar cuenta de sus actos y manifestar sus puntos de vista y a entrar en controversia pública y a valerse de esos medios de comunicación para cobrar fama. Su fama era la fama de ser un magistrado y esa fama se mantenía entre las cuatro paredes del servicio sagrado a la justicia, ahora estamos en lo opuesto. Los que ejercen la magistratura la ejercen, al parecer para el público, para darle circo a un público que lo desea como desea el pan. Lo que estamos presenciando ahora con el Fiscal General de la Nación es sencillamente lamentable…