La dura crítica de Zuluaga a la política económica de Santos
El presidente Juan Manuel Santos continuamente nos dice a los colombianos que su gobierno es el de mejor registro en la historia económica del país. Nada más contrario a la realidad. Veamos por qué.
Santos, el Ministro de Hacienda de mayor endeudamiento en la historia económica de Colombia:
De acuerdo con las cifras históricas publicadas por la Contraloría General de la República (CGR) en su portal institucional, entre 1923 –año en el cual se creó dicho ente de control por recomendación de la Misión liderada por el profesor Kemmerer– y 2012 –fecha de la última información disponible en esa base de datos– se han producido cuatro episodios de aumentos exacerbados de deuda pública que exceden el 5 % del PIB.
Uno ocurrió en 1932 durante los años de la Gran Depresión de la economía mundial, cuando la deuda pública del Gobierno Nacional creció 5,4 puntos del PIB. Los otros tres episodios ocurrieron en los años 2000 (9,1 % del PIB), 2001 (5,9 %) y 2002 (5,3 %).
Si se excluyen estos episodios, entendemos por qué la economía colombiana ha sido históricamente un ejemplo de estabilidad y disciplina fiscal: el incremento promedio anual de la deuda pública, como porcentaje del PIB, ha sido ligeramente positivo y cercano a cero. Esto habla muy bien de la responsabilidad de buena parte de los ministros de Hacienda del último siglo.
Sin embargo, hay una excepción: Juan Manuel Santos como ministro de Hacienda. Recuérdese que Santos ocupó la cartera de Hacienda entre el 7 de agosto del 2000 y el 7 de agosto del 2002. Pues bien, según cifras publicadas en el portal del Banco de la República (BR), alrededor de la fecha de posesión (septiembre del 2000) la deuda total del Gobierno Nacional Central (GNC) ascendía a $ 60,3 billones (bs) o 28,9 % del PIB. En contraste, cuando dejó el Ministerio, y según una publicación del propio Ministerio de Hacienda titulada ‘Datos históricos de la deuda GNC’, la deuda pública del GNC se había inflado a $ 99,4 bs o 40,5 % del PIB (agosto del 2002).
Nunca antes en la historia económica del país un Ministro de Hacienda nos había endeudado en forma tan imprudente: 11,6 puntos del PIB.
Estas cifras revelan el verdadero talante de Santos como hacedor de política económica: ante la perspectiva o la necesidad de un ajuste fiscal doloroso, Santos prefiere endeudarse y “pelotear” el problema a los futuros ministros de Hacienda y, en últimas, a todos los colombianos, quienes son los que finalmente terminan sirviendo la deuda con sus impuestos.
En contraste, el gobierno Uribe abandonó la política de endeudamiento descontrolado e inició un proceso de consolidación fiscal que se reflejó rápidamente en la recuperación de la tasa de crecimiento potencial de la economía. Gracias al cambio de rumbo en la política económica, la administración Uribe logró ahorrar parte de los beneficios del mayor crecimiento. De nuevo, con cifras del Ministerio de Hacienda, al final del gobierno Uribe (agosto del 2010), la totalidad de la deuda interna y externa del GNC había descendido al 35,2 % del PIB, tal como lo revelan las cifras históricas de la CGR.
Sin duda, esto constituye una disminución sin precedentes en el endeudamiento público de nuestro país y, por lo tanto, la necesaria recuperación de la estabilidad macroeconómica de Colombia tras el lúgubre legado del ministro de Hacienda Santos.
Más aún, es importante recordar que esta reducción en la deuda se logró en una coyuntura en la que la economía global enfrentaba la mayor recesión (2007-2009)
Santos, el Presidente cuyo legado histórico es la prosperidad al debe:
En este orden de ideas, el 7 de agosto del 2010 Santos reasumió la conducción de una economía saneada y mucho menos endeudada de lo que él la dejó. Recordemos que durante el Gobierno Uribe la deuda pública se había estabilizado en 35,2 % del PIB ($ 192 bs). Sin embargo, hoy el espectro de la deuda creciente y desbordada ha vuelto a resurgir.
Con información a abril del 2016 y en la última entrega de su publicación denominada ‘Perfil de deuda GNC’, el Ministerio de Hacienda estima la deuda del GNC en $ 351 bs. Esto es el 41,3 % del PIB. Nada más y nada menos que un incremento de 6,1 puntos porcentuales en la carga de deuda pública que tarde o temprano todos los colombianos tendrán que pagar. Más grave aún, desde la posesión del ministro Cárdenas, el 3 de septiembre del 2012, hasta la fecha (abril del 2016), hemos visto crecer la deuda del GNC de $ 212 bs a $ 351 bs o 9,4 % del PIB. Otro registro histórico.
Por otro lado, es indudable que la renta petrolera ha sido una fuente importante de recursos para el gobierno Santos como lo fue para el de Uribe. Si empalmamos información de la Ocde (Colombia Economic Survey, 2015) para 2003-2004, BR (Toro, Garavito, López y Montes, 2015) para el periodo 2005-2014 y el cierre fiscal del 2015 (Ministerio de Hacienda), podemos hacernos a una idea del monto de los recursos extraordinarios recibidos por ambas administraciones por concepto de renta petrolera, es decir, el total de impuesto de renta y Cree sobre el sector petrolero y dividendos de Ecopetrol.
En concreto, el gobierno Uribe recibió en promedio una renta petrolera anual de 1,2 % del PIB. De este modo, la renta acumulada fue aproximadamente de 10 puntos del PIB en todo su periodo. El esfuerzo de la política fiscal de la administración es claro: recibió una renta extraordinaria de 10 % del PIB y pagó deudas por 5,3 % del PIB. Una propensión a ahorrar del 53 % por cada peso recibido de la bonanza. Por el contrario, Santos ha recibido en el periodo 2011-2015 un acumulado de rentas petroleras cercano a 11,4 % del PIB (2,3 % en promedio anual) y no solo no a ahorrado un solo peso, sino que, peor aún, ha endeudado a los colombianos en 6,1 puntos adicionales del PIB.
Lo anterior se debe a que el diseño de la política de gasto de la administración Santos se montó sobre un supuesto equivocado: que el ingreso petrolero era permanente. Naturalmente, y debido al errado diagnóstico, Santos se apegó a una ingenua pero contraproducente política de cero ahorro: gasto permanente adicional financiado con un ingreso permanente adicional que simplemente no existía.
Por supuesto, cuando el choque de precios del petróleo nos sorprende, la fuerte devaluación que desata se manifiesta en el enorme crecimiento de la deuda que estamos viviendo. La base de datos del WEO (World Economic Outlook, abril de 2016 del FMI) proyecta que, por lo menos hasta el año 2021, el precio del petróleo estará por debajo o alrededor de los US$ 50 por barril, por lo que debemos esperar una tasa de cambio depreciada durante varios años. Las autoridades no deben esperar ingenuamente a que la devaluación se devuelva en unos pocos meses y que no tengamos que pagar las deudas de hoy.
En suma, gracias al presidente Santos, estamos viviendo una versión moderna y magnificada de lo que el presidente Alfonso López Pumarejo llamó en 1928 la “prosperidad a debe” y que el ministro de Hacienda Alfonso Patiño Roselli inmortalizó en su libro ‘La prosperidad a debe y la gran crisis’, 1915-1935. Tanto así, que bien podemos afirmar que del acervo total de deuda pública actual (41,3 % del PIB), casi la mitad (11,6 % + 6,1 % del PIB) se puede atribuir a las políticas de gasto de Santos, ora como ministro de Hacienda, ora como Presidente.
Lo más grave es que aún es temprano para hacer el balance final. Faltan dos años de gobierno; falta que las vigencias futuras se materialicen en una mayor deuda; falta que los impuestos petroleros se sustituyan con otros nuevos, falta financiar lo que están negociando en La Habana. Aún así, podemos anticipar el mayor legado histórico de Santos a los colombianos: uno de cada dos pesos de deuda interna y uno de cada dos dólares de deuda externa se los gastó él.
ÓSCAR IVÁN ZULUAGA
Especial para EL TIEMPO
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