La cumbre del G7, con los líderes de EE UU, Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, que se celebró este domingo y lunes en Alemania se llevó a cabo con tres grandes temas que dominaron la agenda: El conflicto ruso ucraniano, la crisis griega y la amenaza del Estado Islámico.
Éste es el segundo año consecutivo en el que el presidente ruso, Vladimir Putin, no participa en la cumbre del G7, después de que los líderes de las potencias decidieran reprender a Rusia por la anexión de Crimea por parte de Moscú.
Las sanciones políticas y económicas que Occidente impuso a Rusia fueron ratificadas y siguen aumentando el conflicto diplomático latente entre las potencias.
Con respecto a Grecia, los socios europeos del G7 reconocieron ante los lideres de EEUU, Japón y Canadá que no hay todavía solución para la crisis griega, dejando patente los desencuentros entre Atenas y sus acreedores.
Está previsto que Merkel, Hollande y Tsipras se reúnan de nuevo en Bruselas el miércoles, aprovechando la cumbre de la UE con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Por último el tema del Estado Islámico abordado durante la cumbre, dejó en evidencia que las grandes potencias mundiales no están preparadas para contener la amenaza del grupo terrorista. Así lo expresó incluso el presidente Barack Obama quién admitió durante una rueda de prensa que no cuenta con una estrategia completa para el entrenamiento de las fuerzas armadas iraquíes que luchan contra el Estado Islámico.
Al parecer los miembros del G7 no cuentan con una estrategia integral para combatir al grupo extremista del Estado Islámico, ni para entrenar a combatientes milicianos para que se unan a la lucha contra la organización.
Las potencias mundiales acordaron también revisar la campaña de bombardeos aéreos contra el Estado Islámico, campaña que hasta ahora ha dejado muy pocos resultados en esta lucha contra el terrorismo.