Planteábamos en nuestro escrito para Las Dos Orillas, que apareció el día de ayer y que está siendo ávidamente estudiado por muchísimos lectores, unos para criticarlo y otros para aplaudirlo, la distancia enorme que hay entre el diálogo y la autoridad. Somos partidarios de los diálogos, es más desde nuestra juventud estamos leyendo diálogos, siempre nos fascinaron; en nuestra época de estudiosos de filosofía, nos encantaban los diálogos platónicos (…); pero una vez que el diálogo termina y se hace la elección de un jefe de Estado lo que sigue es un proceso completamente mente distinto que es el de la autoridad. Autoridad que es mejor en cuanto más escuche, en cuento más oiga y en cuanto más se haga oír, pero todo ese proceso de escuchar, todo ese proceso de discutir y todo ese proceso de análisis compartido tiene que estar seguido de decisiones. Mandar no es dialogar, mandar es imponer un criterio de acuerdo a la ley y a la Constitución, a los Derechos de la gente, para hacerlo respetar. La autoridad no es lo mismo que el diálogo…