Por: Eduardo Mackenzie
Ya comienzan a emerger las verdades de lo que Santos está pactando con las Farc en materia de agricultura. No nos referimos a las 21 páginas indigestas que ellos dieron a conocer sobre ese tema a la opinión hace unos días donde hablan de “transformación estructural del campo”. Hablo de los planes concretos que están preparando ya mismo, en silencio y con bastante disimulo, aún antes de que el pretendido “acuerdo de paz” sea firmado y sometido al voto de los colombianos.
Un aspecto de ese plan es que los vietnamitas le enseñen a los caficultores colombianos cómo se cultiva el café.
No es un invento mío. Aunque parezca increíble, esa idea ya corre por ahí, en el mundo académico de Bogotá. Ese plan general es que los métodos comunistas de la agricultura en Vietnam, que han fracasado y causado verdaderos desastres humanos y económicos, reemplacen durante la fase del llamado “postconflicto” la agricultura libre y tradicional de Colombia. Lo más grave es que quieren hacer eso con el café, el sector más estratégico de nuestra economía.
Eric Haubruge, vice-Rector de la Universidad de Liège (Bélgica), dejó ver algunos aspectos de ese plan durante una conferencia de prensa que concedió en Bélgica (no en Colombia, desde luego, pues prudencia obliga).
El señor Haubruge hizo parte, en octubre pasado, de una misión económica belga que visitó nuestro país bajo los auspicios del gobierno de Juan Manuel Santos. El y su equipo entraron en contacto con directivos de la Universidad Nacional de Bogotá y después tomaron un avión para Lima, Perú.
El académico belga no mencionó el documento aprobado por Santos y las Farc que habla de las “zonas de reserva campesina” para la “construcción de paz”, pero dio a entender que su propuesta podría inscribirse en una perspectiva de “seguridad del país”. Estimó que Colombia es un país “muy prometedor” que quiere “estabilizar su agricultura” y trabajar más su “ambiente agrícola” para “estabilizar y aportar la seguridad en el país” (1).
Y agregó: “La idea con la Universidad Nacional es poder aprovechar la experiencia que tienen los belgas en materia de cooperación y en el establecimiento de sistemas en el sector agrícola para que Colombia pueda desarrollar un modelo agrario estabilizado”.
Curiosa visión la que tienen el señor Haubruge y sus amigos de la Universidad Nacional: Colombia no sabe de agricultura ni tiene un “modelo agrario” y habría por eso que dotarla de uno: el vietnamita. “Vamos a trabajar con nuestros amigos vietnamitas que tienen mucha experiencia”, advirtió, antes de informar que la universidad de Liège ha “participado en la puesta en ruta del llamado sistemas agrícola vietnamita que es un sistema basado en pequeñas parcelas entregadas a cada campesino donde produce un máximo de cosas con gran éxito pues Vietnam se convirtió en un gran productor de arroz y de café”.
Para que no quede duda Haubruge subrayó: “Es importante reproducir ese esquema en Colombia”.
Lo que olvidó decir el académico belga es que si bien es cierto que Vietnam se convirtió en los últimos años (y a marchas forzadas) en un gran exportador de café robusta –variedad que exige menos atención agrícola que el café suave o arábica, que es el que produce Colombia— la industria cafetera vietnamita está en crisis.
Los errores de administración, la rigidez y contracción de los créditos, la avidez de los bancos, las altas tasas de interés, la evasión de impuestos y la pobreza social hicieron que los productores vietnamitas de café estén hoy agobiados por deudas enormes.
Las empresas estatales vietnamitas, que obtuvieron elevados préstamos durante el periodo de auge económico de la última década, terminaron despilfarrando las ganancias en inversiones inseguras. Los bancos temen ahora refinanciarlas y la tasa de deudas del sector es una de las más altas de Asia.
El 14 de agosto de 2013, la agencia Reuters escribió: “De las 127 empresas de exportación de café que operaban en Vietnam hace más de un año, 56 han dejado de hacerlo o se han metido a otros negocios tras la obtención de préstamos que no pueden pagar, según informes de ese sector”. Esa misma fuente precisó: “El valor de los préstamos incobrables o de las deudas no pagadas en el sector llega a los 8 trillones de dong (379 millones de dólares), el 60 % de todos los préstamos de la industria del café, según una circular de julio del viceministro de Agricultura, Vu Van Tam (2).
¿Es con ese “esquema” que los expertos de la Universidad de Liège quieren transformar la caficultura de Colombia?
Asesorados por técnicos de la ex RDA, los vietnamitas se lanzaron, sobre todo desde 1975, al negocio de la producción forzada de café. Hasta contaron con la orientación de Oxfam, una Ong británica de izquierda que se dice “especializada en desarrollo”. El plan consistió en destruir inmensas aéreas de bosques para instalar las plantaciones de robusta. Gracias a masivas cantidades de pesticidas alcanzaron una elevada productividad (una tonelada y media de café por hectárea cuando en África los caficultores obtienen 600 kilos) pero deterioraron los ecosistemas y arruinaron la salud de miles de campesinos.
En 2001, Vietnam exportó 800 000 toneladas de café y se convirtió en el segundo exportador mundial de robusta, después de Brasil. Tales exportaciones desestabilizaron el mercado internacional y provocaron una superproducción mundial que arruinó los precios del grano.
En la región escogida para hacer el boom del café habitaban 38 minorías, las cuales fueron invadidas por la etnia Kinh, la mayoritaria de Vietnam. Como las primeras se sublevaron varias veces fueron duramente reprimidas. El gobierno comunista cerró la región mientras la “limpiaba” a bala.
La dictadura organizó el desplazamiento masivo de miles de familias del norte del país para que fueran a trabajar, por salarios miserables, en esas provincias, sobre todo en las de Daklak y de Gia Lai, donde estaban los mayores cultivos. Esas dos regiones, por las tensiones sociales que reinaban, estuvieron durante mucho tiempo prohibidas a los diplomáticos extranjeros y a los periodistas (3).
Parece que todo eso es una maravilla para los “expertos” del grupo belga y de la Universidad Nacional de Colombia. Ellos estiman que la “reforma rural integral” que preconiza el documento de La Habana firmado por Iván Márquez y Humberto de la Calle en junio de 2014, hará milagros, como en Vietnam. Sobre todo milagros con “la población más vulnerable” a la que se supone van a “garantizarle condiciones de bienestar y buen vivir y fortalecer sus formas de organización y producción”, con los métodos del comunismo. Como hicieron con las minorías vietnamitas sacrificadas por la economía estatizada.
Lo peor de todo es que para los comunistas de Vietnam Colombia es un país rival en materia de exportaciones de café. ¿Por qué van entonces a ayudar a Colombia a que aumente sus exportaciones agrícolas? ¿No querrán más bien minar el sector cafetero para eliminar un concurrente? ¿Será que el presidente Santos va a resolver esa contradicción con su visita de unas horas a Bruselas durante su gira por Europa? erecha pues tanto unos como otros tienen necesidad de acabar con el proceso de paz”
El Foro “Colombia abraza las victimas” ayudó a visibilizar las preocupaciones de las víctimas, que en últimas son las preocupaciones del pueblo colombiano. Sin embargo la senadora declaró que la situación no es nada positiva para las víctimas “Los mínimos de justicia que exigen las victimas parecen estar muy lejos”.