Por ANgela M. Henao F.
“Ni que estuviéramos en dictadura”, esto fue lo que dijo el médico de River Plate luego de que Hinchas de Boca lanzaran gas pimienta a los jugadores de River a la salida del túnel de vestuarios en el partido de vuelta de los octavos de final de la copa libertadores.
Las escenas dramáticas, la confusión dentro del campo, que generó duros enfrentamientos entre el presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio, y el técnico de Boca, Rodolfo Arruabarrena; así como la tensión en las tribunas contribuyó a construir la imagen de un encuentro que será recordado como “el partido de la vergüenza”.
Y muy cerca a Argentina, en el país vecino, Chile, Dos jóvenes chilenos murieron baleados tras una discusión al. Según los testigos, el dueño de una casa sorprendió a los jóvenes haciendo un graffiti e inició una discusión en la que luego intervino su hijo quien sacó un arma y disparó a los estudiantes.
El incidente se produjo después de la multitudinaria marcha de estudiantes y profesores chilenos por las calles de Valparaíso para exigir cambios en la reforma educativa que impulsa el gobierno de Bachelet.
Estos hechos de intolerancia, que afectan todas las esferas y espacios de la sociedad, se están volviendo en una constante en Latinoamérica. Jóvenes ahogados por la falta de oportunidades, actúan de manera agresiva generando conflictos sociales, conflictos que son a su vez alimentados de debacles económicos, corrupción política y discursos políticos demagógicos y populistas.
No es coincidencia que estos hechos, a primera vista aislados, sucedan cuando el 40% del total de desempleados en América Latina sean jóvenes. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), seis de cada 10 jóvenes que logran conseguir empleo están en condiciones de informalidad. Esto, según los expertos, pinta un panorama aún más complejo pues la falta de oportunidades se mezcla con la falta de condiciones para un trabajo decente, lo que a su vez causa desaliento y frustración en las nuevas generaciones.
