El exjefe de Estado de Guatemala Otto Fernando Pérez Molina pasó la noche en la cárcel del cuartel general de Matamoros, de la capital guatemalteca luego de que así lo decidiera un juez y tan sólo horas después de su renuncia a la presidencia.

El Ministerio Público Guatemalteco y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) señalan al ex-gobernante de haber cometido los delitos de asociación ilícita, cohecho pasivo y caso especial de estafa por su supuesto involucramiento en la red de defraudación fiscal La Línea. 

El exmandatario es sindicado de ser cabecilla de la red de defraudación aduanera, por el que la exvicepresidenta de Pérez Molina, Roxana Baldetti, también está en prisión.

Esta renuncia y arresto de Perez Molina sentó un precedente anti-corrupción en latinoamérica. 

El clamor popular empezó a germinar, masivas movilizaciones de la sociedad, protestas constantes y pacíficas que fueron horadando la autoridad de Pérez Molina.

El “Yo no tengo presidente” que se erigió en estos meses en lema de los manifestantes durante las protestas se terminó haciendo realidad, a días de las elecciones generales del domingo.

Se trata de una gesta histórica para el país que por vías institucionales tras una investigación que implicó casi 90.000 escuchas telefónicas y revisar 5.000 correos electrónicos culmina con la salida de desbancar a la máxima autoridad.