En estos momentos cruciales para la vida de la República la gente mira hacia su líder, mira hacia su Presidente, con la esperanza de encontrar la señal clara de que está en ejercicio de sus funciones y de que las cumplirá hasta el extremo que corresponda para salvaguardar las instituciones, para defender a la gente, su vida, honra y bienes y para enfrentar a los bandidos que están azotando la República y que ya lo están diciendo en videos que circulan por todas partes. Hasta este momento la actitud del Presidente ha sido errática, no ha sido una conducta feliz eso es sencillamente lamentable. El presidente no tiene que estar pidiendo permiso a la JEP ni le tiene que estar pidiendo permiso a nadie para el cumplimiento de su obligación fundamental de defender el orden público de la nación y para restablecerlo donde quiera que sea turbado. Esa es una función presidencial inequívoca que no tiene condicionamientos y ahí no hay cuento de acuerdo con las FARC ni de acuerdo con nadie, con nadie. El acuerdo con las FARC no funcionó; el Presidente insistió en que eso no había que volverlo trizas sino hacerle pequeños retoques y ahí están los resultados. Los resultados son claros, toda la parte que llaman militar de las FARC está en lo que las FARC saben hacer: terrorismo; están manejando el negocio del narcotráfico como les da la gana, desplazando a los campesinos de sus territorios, reclutando niños, cometiendo todos los actos terroristas en los que las FARC son especialistas. Esta es la hora en que necesitamos un presidente de la República en funciones…