El Papa Francisco llegó a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, la ciudad más poblada, con dos millones de habitantes, que aporta el 40% al PIB nacional del país suramericano y fue epicentro de la fuerte resistencia inicial al gobierno de Evo Morales.
El Sumo Pontifice, que está de gira por Latinoamérica, pidió ante una multitud de más de 800.000 personas terminar con la cultura del descarte y del consumo, pidió perdón por los crímenes cometidos en nombre de Dios y de la iglesia y por los ataques históricos a las comunidades originarias, las comunidades indígenas en América Latina.
Pero la visita religiosa del Papa Argentino se ha visto opacada por la politización de la misma por parte del Presidente Boliviano. La muestra más significativa de esta politización es el “crucifijo comunista”. El presidente de Bolivia, Evo Morales, entregó al papa Francisco una talla de Cristo con una peculiaridad: a modo de cruz estaban nada menos que una hoz y un martillo.
Esta imagen recorrió el mundo en cuestión de segundos y ha sido tema tendencia en redes sociales y desde entonces detractores del gobierno de Morales han aprovechado el incidente para acusar al mandatario de “ignorante”, “irrespetuoso” y de “soberbio e incoherente” al hacerle un regalo de esas características al sumo pontífice.