Por: Angela M. Henao F
El fin de semana en Brasil, el gigante latinoamericano, se vivieron fuertes jornadas de protesta en contra del Gobierno y su presidenta Dilma Rousseff. Los manifestantes protestaron por los recientes escándalos de corrupción del partido de Gobierno y la estatal petrolera Petrobras y por el mal manejo económico del gobierno del partido de los trabajadores.
Más de 900.000 personas se congregaron en las principales ciudades del país en una tercera jornada de protestas para exigir la renuncia de Rousseff y que pague penalmente por los hechos de corrupción en los que habría participado ella y su gabinete.
Estas protestas reflejan los bajísimos índices de popularidad de Rousseff : La más reciente encuesta indica que 7 de cada 10 brasileños quieren que Rousseff sea sometida a un juicio político. Además la presidenta cuenta con un rechazo del 71% y tan sólo un 7% de aprobación.
Además de una crisis política y del malestar generado por el gigantesco escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras que ha salpicado a decenas de grandes empresas y políticos, Brasil enfrenta una grave crisis económica.
Según las últimas proyecciones de los analistas, la economía brasileña sufrirá una contracción de cerca del 2,0 % en 2015 y del 0,15 % en 2016, lo que configura una recesión, que ya es sentida por la población, que enfrenta la mayor inflación del país en los últimos doce años y una tasa creciente de desempleo.