Las autoridades francesas han iniciado esta mañana el desmantelamiento de una parte del campamento de Calais. En la llamada Jungla de Calais viven en condiciones insalubres más de 3.000 refugiados a la espera de poder cruzar el canal de la Mancha.
Las organizaciones humanitarias denuncian la violencia con la que se está realizando la operación.
Pese a que en un primer momento los trabajos transcurrieron sin incidentes, después de mediodía varios inmigrantes empezaron a lanzar objetos a los agentes desplazados al lugar como signo de protesta ante el desmantelamiento.
En respuesta, la Policía ha utilizado gases lacrimógenos y cañones de agua para hacer frente a los responsables de los incidentes, que se han saldado con un total de cuatro detenidos, entre ellos tres miembros del grupo Sin Fronteras, que aboga por la abolición de las fronteras en el mundo.
Los refugiados instalados en la “jungla”, procedentes en su mayoría de Siria, Afganistán y Sudán, quieren pasar a Inglaterra y muchos tratan de hacerlo subiendo clandestinamente a los camiones que circulan entre los dos países a través de los ferris o del túnel del Canal de la Mancha.
El anuncio de la autorización de su desmantelamiento parcial llevó a la vecina Bélgica a restablecer los controles de frontera para evitar que se instalen en su territorio migrantes procedentes de Calais.