Sonados escándalos de corrupción siguen pasando la cuenta a la presidenta Dilma Rousseff en Brasil, que según un sondeo de opinión conocido esta semana alcanzó los menores niveles de apoyo desde 2011, mientras la mayor economía de América Latina sigue enfriándose.
De acuerdo con la encuesta de, la evaluación positiva del gobierno actual llegó a 7,7% en julio, muy lejos del 49% de agosto de 2011, cifra de aprobación del inicio de su mandato.
Del otro lado, la evaluación negativa de la gestión de la mandataria alcanzó a 70,9%. El estudio indicó que la presidenta es considerada por una mayoría de la población como responsable política en el creciente escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras.
Rousseff enfrenta así el reto de conseguir revertir el derrumbe en los indicadores de aprobación de la ciudadanía y detener el deterioro en la economía. Por lo pronto, el gigante latinoamericano ha anunciado mayores esfuerzos de ahorro en el gasto fiscal para demostrar un compromiso en la austeridad, en medio de una actividad que se sigue desacelerando y con una inflación en aumento.
