Colombia prostituta
Tiene razón, Ministro de Hacienda: los colombianos somos putas y lo damos por un plato de lentejas.
‘Acto fallido’: traición del inconsciente, que hace que el sujeto diga lo que conscientemente no quería decir o haga lo que no quería hacer. Eso le pudo haber pasado esta semana al Ministro de Hacienda, quien por escribir sobre su nuevo programa económico Colombia Repunta, metió las pezuñas y escribió sobre una realidad que llevamos a cuestas: Colombia Reputa.
Estoy de acuerdo con su pifiada, señor Ministro de Hacienda: Colombia no es una puta, es una reputa. Una reputa que se vende a cambio de una multa irrisoria de 11 millones de dólares a Odebrecht, la multinacional brasileña fabricante de coimas y sobornos por doquier. La misma a la que en otros países le están pidiendo que devuelva hasta el doble de lo ganado, pero que aquí en Colombia le mendigamos una propina de apenas el 5 % de los 200 millones de dólares que ganó en estos últimos ocho años.
Colombia, señor Ministro, es una reputa que no es capaz de declarar la nulidad o caducidad de los contratos corruptos de la Ruta del Sol, sino que se muere del culillo y ordena solamente su liquidación. Una liquidación en donde Odebrecht y sus socios van a recibir todo el dinero que le hayan metido a la obra, como si se tratara de la terminación de cualquier contrato y de cualquier obra, y no del mayor escándalo de corrupción de los últimos años en Colombia.
Somos tan reputos que esa platica de la liquidación de Odebrecht va a salir del bolsillo de todos los colombianos en un dos por tres. Mediante los impuestos de éste y del próximo año, vamos a terminar financiando la liquidación de este corrupto y putrefacto concesionario.
¡Bonito ejemplo para las generaciones que vienen en camino, esas mismas que aspiran a convertirse en los Odebrecht y los Nule del próximo siglo!
Acá la moraleja es que vale la pena correr el riesgo de pagar coimas, porque en el peor de los casos le liquidan a uno el contrato y recupera todo lo que le haya metido a la obra: desde el costo de las máquinas, pasando por los salarios de los trabajadores, hasta la remuneración de los ejecutivos que usaron su tiempo en administrar el pago de las coimas. ¡Qué buenos incentivos!
Flaco favor le hace el Superintendente de Industria al país al declarar la liquidación de este contrato para que todos recuperen el dinero invertido y sigan como si nada hubiera ocurrido. A estos señores no les deberían devolver ni un centavo, carajo, ¡que paguen por las consecuencias de sus actos!
Gracias, don Pedro Felipe Robledo, por dejarles el camino pavimentado a los corruptos y torcidos de los años venideros.
PAOLA OCHOA
@PaolaOchoaAmaya
Publicado en eltiempo.com
12:14 a.m. | 20 de febrero de 2017
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