Por: Fernando Londoño Hoyos
Con ponencia de un tal Rubén Darío Pinilla Cogote, la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín admitió a los beneficios de la Ley que lleva ese nombre, a 7 bandidos que 8 años después de la desmovilización de su grupo de delincuentes no habían logrado ventajas judiciales. En plata blanca, los testimonios recogidos por Pinilla le valieron a este grupo de bandidos rebajas de pena por unos 35 años. ¡Lo que puede decirse a cambio de 35 años de libertad!
Pues Pinilla puso a estos asesinos en plan de hablar, con libretos bien elaborados, no solo para creerles, que ya es mucho, sino para producir una de las más lamentables páginas de la politiquería barata que se hace en Colombia con toga y martillo. Se trataba, nada menos, que en lugar de una seria y reflexiva página judicial se escribiera la Historia de Colombia como a las FARC y a la izquierda le interesa que se escriba. Por supuesto que sin la molestia de verificar pruebas, de citar a las víctimas de este feroz atentado moral, sin abrir espacio a la contradicción y a la defensa.
Lo primero que se hace en este tipo de incendios criminales es omitir la citación de las víctimas. Hay que fusilar por la espalda, con traición y alevosía. Y quiénes son ellas?
En primer lugar, las Fuerzas Militares. No podían faltar. En lo que hay un cálculo notable. Porque no tienen quién las defienda. ¿Ocupa alguien el cargo de Comandante de las Fuerzas Militares? ¿Existe un Comandante del Ejército? Hace rato están vacantes esas dignidades y sospechamos que así se mantienen. De otra manera ya habríamos oído voces llenas de coraje clamando justicia.
Enseguida arremete el juez contra los “empresarios privados”. Bien calculado el mandoble. También lleva tiempo sin oficio el consejo gremial y nadie replicará esa truhanería.
Pero no le basta a Pinilla acusar en abstracto a todas las Fuerzas Militares, desde 1.983 hasta nuestros días, y a todos los empresarios privados que en sucia guerra, contra “los grupos insurgentes, los disidente políticos y ciertos movimientos y líderes sociales” formaron el paramilitarismo. La emprende, valeroso, contra Pedro Juan Moreno, un grande de Antioquia ya fallecido y contra el General Rito Alejo del Río, preso por una conspiración judicial parecida a la de Pinilla.
Y faltaba la joya, el ataque contra Álvaro Uribe Vélez. Pinilla Cogote recoge toda la basura que la izquierda pro fariana ha acumulado durante años contra el Presidente, para inmolarlo moralmente a sabiendas de que ninguna de sus acusaciones canallas podría prosperar en un debate serio. Pero en este seudo miserable juicio, sin oírlo, sin enfrentarlo, sin mirar sus pruebas, sin escrutar las recogidas en su contra en los basureros de la propaganda comunista, lo condena sin ambages. ¡Es que se trata solamente de compulsar copias! Claro. En plena campaña política y sin debate posible. Vaya coincidencia.
Las FARC tienen su técnica y sus auxiliadores. La técnica es la leninista estaliniana. La mentira y la calumnia como sistema, y cuando posible un tiro en la nuca. Siempre habrá una Lubianka disponible. Y sus auxiliadores, están a la vista.
Pinilla Cogote es un nuevo Eróstrato, quien no era sino un pastor en busca de celebridad. Aquel, mucho peor, es un magistrado haciendo política sucia.