Por Fernando Londoño Hoyos.
El Representante a la Cámara por el Centro Democrático Juan Espinal, nos volvió a la vida. No estamos condenados a morir de hambre dentro de cinco años, cuando se acaben las menguadas reservas petroleras que tenemos acumuladas.
La exploración y explotación de Yacimientos No Convencionales – Fracking en Inglés- es tema regulado y paladinamente resuelto en la Ley del Plan. Lo que significa que el Consejo de Estado puede pararse en la cabeza, decir cuanto le de la gana, que una norma de superior jerarquía a las que está declarando nulas, posterior a estas últimas en el tiempo y que regula íntegramente la materia, ha derogado cuanto hasta hoy se dijera controversial o nulo.
Es posible que el Gobierno se haya conturbado por quedar en descubierto de una ligereza o inadvertencia mayúscula. Porque la parte de la Ley del Plan que aprobó el Congreso tras duro debate, fue obra del Gobierno mismo. Y se le olvidó que la había redactado o estaba pensando en alguna muy otra cosa cuando, en ese punto decisivo, había quedado aprobada.
La señora Ministra de Minas, abanderada de este método salvador, se quedó muda. El Presidente de Ecopetrol, que se fue para Texas a aprender y practicar lo que aquí sentía prohibido, tomó el mismo camino del silencio y el Presidente Duque, tan entusiasta con cualquiera noticia buena que sobrevenga, también se quedó callado.
Uno comprende que Germán Vargas Lleras, opositor rotundo del Gobierno, escriba demoledor artículo mostrando la ruina que nos sobrevendría con la pérdida del Fracking, y no diga palabra sobre el Fracking incorporado, con valor de norma de superior e incuestionable jerarquía, en la Ley del Plan. Y que no reconozca que el problema se acabó. Pero que esa sea la conducta del Gobierno entero, no lo entiende nadie.
Es probable que la Ministra, tan pobremente asesorada como está en la materia, por abogado muy opaco que contrató Santos, no haya entendido el asunto. Y que el presidente de Ecopetrol, asesorado por Gil Botero, ande por el mismo camino. Gil Botero no podría hacer cosa distinta, pues que alguien le preguntaría por qué y para qué estaría devengando los pingües honorarios que le cobra a la petrolera estatal por salvarla de lo que está salvada. Pero del Presidente Duque cuesta entender esa actitud. Sería la hora de celebrar, con toda la pompa y la ceremonia en uso cuando se da de baja a uno de esos bandidos que se llenan de fama después de muertos. Por lo menos así.
Algo muy grave está pasando. Porque la cuestión es tan evidente como la ha revelado el representante Espinal, compañero de fórmula de la Senadora Paola Holguín. Nadie ha salido, ni podrá salir a sostener tesis distinta, tan claro es el panorama jurídico que nos ha sido puesto de presente. ¿Por qué entonces esta extraña actitud ante noticia semejante? ¿Será por una reacción pueril contra el Centro Democrático y en el interior del Partido o alguna forma de confrontación o controversia que lo despedace en su interior?
Lo mismo, o parecido, nos pasa en otros frentes del acontecer nacional. El Director de la Unidad Nacional de Protección, a vuelta de explicar la muy pobre capacidad que tiene para desfacer agravios de los violentos en vísperas electorales, aclara que lo muy malo que está pasando no pasa en todo el país. No hay por qué alarmarse. Los muertos, los heridos, los desplazados, los secuestrados, los amenazados, solo se lamentan en parte de Colombia y no en toda ella. Pero el recién elegido Director del Consejo Nacional Electoral nos pinta un panorama tan oscuro como cabe. ¿Cómo los pondríamos de acuerdo?
En materia económica seguimos víctimas de las mismas contradicciones. Muchos amigos y beneficiarios del “régimen”, se hacen lenguas de las maravillas de nuestras cifras y conquistas. Pero otros, con tanta razón, preguntan por el déficit de la balanza comercial, el déficit en la cuenta corriente, el desempleo juvenil, las miserias del fisco, la parálisis en el crecimiento, la caída en la confianza del consumidor, y no encuentran respuesta. Silencio mudo, como dijera el poeta.
La conclusión es que algo anda mal. Algo que no se enfrenta ni se explica. La controversia no existe, porque el periodismo se acostumbró a la mermelada y no al análisis y la sana crítica, como la llaman los juristas. La conciencia de la Nación está en crisis y no tiene espacio ni para las buenas noticias.
Pero volviendo a la cuestión inaugural de estas líneas, nos preguntamos si por capricho o por mezquino interés seguiremos ignorando la Ley del Plan, nada menos, que nos desató el Nudo Gordiano de los Yacimientos No Convencionales. Al menos eso, por favor, al menos una buena, excelente, maravillosa noticia. No la dejemos aplastar por vanidades idiotas o por conflictos estériles.