Con lo que está pasando en estos días, y especialmente entre ayer y hoy, nos viene a la mente aquella escena de la historia universal, cuando Julio César, con sus legiones en la Galia, recibe la orden del Senado de permanecer allá y de no acercarse a Roma, y que si lo hacía, eso iba equivalía a una declaración de guerra y que las legiones romanas irían a combatirlo. César tenía entonces dos alternativas: quedarse en la Galia, desaparecer del mapa político de Roma, o pasar el límite que era el río Rubicón, venir sobre Roma y declararle la guerra civil a Pompeyo. Llegó a las riberas del río Rubicón, se puso al frente de su Ejército, miró a sus soldados y gritó una frase que se inmortalizó en la historia Alea Jacta Est, la suerte está echada. Queridos amigos, la suerte está echada. Lo cierto es que con discursos, sin discurso, con discursos moderados, sin discursos, moderados, todo se abrió. Se abrieron un poco las compuertas y por ahí pasó el torrente. Hoy la sociedad está abierta y no solamente la colombiana; digámoslo con franqueza, los europeos resolvieron abrirse y se abrieron enteramente…