Los 30 años de la tragedia de El Espectador, cuando sufrió los embates del terrorismo con una bomba que por poco acaba con toda su estructura física o que prácticamente acabó con ella, no son una efemérides cualquiera. El país tiene que reflexionar sobre esos grandes hechos de la vida nacional, no podemos pasar por encima de estas tragedias con criterios de pura anécdota, ni con espíritu de simples observadores de cosas que pasaron, no; es necesario que hagamos reflexiones sobre lo que ocurrió entonces y sobre lo que está ocurriendo ahora. A El Espectador le pusieron una bomba y a su egregio director don Guillermo Cano lo asesinaron cuando estaba inerme solitario a las puertas del periódico porque había que acabar con ese medio de prensa que le estaba haciendo una feroz campaña de oposición, como no podía ser de otra manera, a los narcotraficantes de entonces comandados por Pablo Escobar desde el cartel de Medellín y por los Rodríguez Orejuela desde el cartel de Cali. Don Guillermo Cano es un apóstol del periodismo y un apóstol de los más altos valores de la vida nacional. El Espectador demostró hasta dónde podía llegar en sus desafíos a la criminalidad y pagaron con creces ese servicio invaluable a la nación ¿Qué ha pasado en estos 30 años? Que las cosas continuaron como venían…