Por: Roberto Mora

En la puerta del horno se quema el pan, solían decir las abuelas. El refrán cae como anillo al dedo a las elecciones del domingo en Perú. Lo que parecía una victoria segura para Keiko Fijimori, parece encaminarse a un voto-finish que perdería frente a Kuczynski por poco menos de 60.000 votos en un país con una censo electoral de más de 17 millones.   Con 95,36%  de actas procesadas, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe) reporta que Kuczynski  se ubica en primer lugar con 50,18 por ciento de votos válidos frente al 49,82 de Keiko Fujimori.

Fujimori no ha aceptado la derrota, señalando que es necesario esperar los votos del exterior y de las zonas remotas del Perú. Por su parte Kuczynski tampoco ha proclamado su victoria. La ONPE declaró que no tendría consolidados los resultados hasta mediados de la semana, puesto que se han presentado numerosas impugnaciones de mesas.

Analistas adjudican este giro a dos factores: de una parte, la movilización de la izquierda, cuya candidata Veronika Mendoza pidió a sus votantes votar por el ex banquero liberal Kuczynski. Más importante aún, el antifujimorismo parece haber sido espoleado por los escándalos de la última semana, que vincularon al Gerente de Campaña y a varios de quienes gestionan recursos para la campaña o, si se me permite el anglicismo, fundraisers con investigaciones de la DEA por lavado de activos. El padre de Keiko, Alberto Fujimori purga una pena de 25 años de prisión por cargos de corrupción, violaciones a los DDHH y crimen organizado.

Kuczynski de 77 años, casado con norteamericana y conocido como ‘PPK’, es hijo de inmigrantes europeos, exitoso empresario, favorito de los mercados financieros y exbanquero de Wall Street. Ha ofrecido un gobierno de consenso y cuenta con solo 18 de un total de 130 congresistas, frente a los 73 que obtuvo Fujimori en abril. El ex banquero apoyó a Keiko durante la segunda vuelta contra Ollanta Humala en 2011, pero en el fragor de la última semana de campaña la acusó de ser la mensajera de un narco-estado. Lamentable que la política moderna se haya concentrado en los epítetos y no en las ideas.