¿Quién le teme a Álvaro Uribe?
Por: Fernando Londoño Hoyos
No hay cosa que nos parezca más digna de consideración que el miedo ajeno. El miedo es incontrolable, insuperable, inmanejable. Los pobres infelices que se dejan gobernar por el miedo no tienen libertad, ni son dignos, ni son razonables.
En las toldas santistas ha hecho aparición el miedo y se apoderó de esas pobres almas que no se han nutrido más que de mermelada en casi cuatro años. Y la mermelada empalaga y no nutre. De mermelada estaban ahítos los afeminados que por centenares de miles se lanzaron sobre Grecia para dominarla. Un puñado de hombre libres los echó al mar, y no volvieron nunca.
Esa sensación de pánico es la que ha lanzado al Registrador y a su Corte, los “Magistrados” del Consejo Nacional Electoral a los peores extremos de crueldad jurídica contra Uribe y el uribismo. Solo el miedo explica ese sartal de estupideces.
Un partido se identifica como le da la gana. Y de la manera más eficaz que encuentra para que el elector lo reconozca y lo siga. Pues al Partido Uribe Centro Democrático se le prohíbe que se identifique con el retrato, con la efigie y hasta con el apellido de Uribe. Y lo hacen con un argumento fantástico: el apellido y la imagen de una persona intimidan al ciudadano y rompen la igualdad con los demás partidos. De lo último diremos que el uribismo está dispuesto, sin chistar, a que el partido de la U se identifique con el retrato de Roy Barreras y de Armando Benedetti, y si lo prefieren con los dos retratos. Que el Partido Liberal engalane su eslogan con la foto de Ernesto Samper, e inclusive con la de sus dos grandes electores, los hermanos Rodríguez Orejuela. Que cambio Radical escoja entre Germán Vargas Lleras y Palacino o el Fiscal Montealegre. Y que la izquierda colombiana se decida por la foto de Fidel Castro, o la de Ortega o la de Chávez. Lo único prohibido es el uso de los símbolos patrios. Lo demás es prohibición inferida, analógica, deducida, que no existe en ningún país civilizado. La regla universal de libertad hace permitido todo lo que no está expresamente prohibido.
Para el Registrador y el Consejo, es al revés. Solo está permitido lo que a ellos les parece que debe estarlo. Criterio: su miedo a perder las elecciones. Su terror ante Álvaro Uribe y lo que el significa en la política colombiana. Por eso se atreven a decir que la foto y el apellido de Uribe intimidan al elector. Los únicos intimidados son ellos y sus barriles de mermelada a medio digerir.
Porque vale recordar aquí quiénes son esos “Magistrados”. Según nefasta norma constitucional, son representantes de los partidos mayoritarios en el Congreso. No se ha dado en la historia el caso de que un juez o magistrado sea por definición o antonomasia parcializado, para definir en Derecho las demandas contra su elector.
¿Y porqué se hacen llamar Magistrados? Porque reptando entre las curules de los congresistas, las que dependen de sus fallos, convirtieron sus posiciones de tiempo parcial y honorarios modestos, en cargos de magistrados de Altas Cortes. El día que en Colombia se estudie quién es el funcionario que más gana en relación con su trabajo, de lejos se llevan la palma.
Y tienen miedo. Mejor: tienen terror. Por eso obran como una vieja con histeria. Por eso hay que conocerlos bien, para despreciarlos mejor.
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