El colombiano a la defensiva
Por Fernando Londoño Hoyos.
De vivir, lo que se llama vivir, muy poco o nada. Su faena capital, compatriota amigo, no es vivir, sino defenderse.
La jornada empieza cuando cae la tarde y usted quiere recogerse a descansar. No olvide los cerrojos, las llaves, las rejas. Porque instintivamente ya sabe que su problema son los asaltantes, los ladrones, los bandidos.
Revise bien puertas y ventanas. Su casa, primorosamente diseñada por excelente arquitecto, hubo de trocarse en una fortaleza, horrible como todas. Puertas y ventanas con barrotes, como en la cárcel.
Si vive en apartamento, verifique que su empresa de seguridad es buena y el vigilante está bien armado y los citófonos funcionan adecuadamente. Nada de abrir la puerta sin comprobar identidades. Defiéndase.
Al salir de su casa, verifique que el automóvil lleva seguros puestos y vidrios cerrados. Defiéndase. Recuérdele a su señora que no deje la cartera visible cuando conduce. Le rompen la ventanilla, la roban y pueden hacerle daño.
En la calle no conteste el celular. Se lo roban y le agregan una puñada. Hay que ir a la defensiva.
Si ve que atracan o asaltan a alguien, hágase el desentendido. Defenderlo es una aventura que pagará caro. Defiéndase de los fiscales y los jueces.
No deje el carro en la calle, aunque tenga espacio. Pague sin chistar el parqueadero más cercano. A defender lo suyo, amigo.
Pregunte bien por la carretera que quiera transitar. No por su estado mismo, que lo sabe malo, sino por la peligrosidad que tiene. Cuente siempre con la posibilidad de un asalto. Defiéndase.
En economía, haga lo mismo. No ahorre porque lo castigan. El impuesto al patrimonio es la pena por esa osadía. Y le enciman la presunción de renta. No hay escapatoria. Mejor gaste lo que reciba. Nadie lo maltrata por eso. Defiéndase de la DIAN. ¿No le parece?
Y a defenderse del Alcalde. Viene con chambergo y puñal para darle el golpe certero del predial. Y para colmo, el de la valorización. Pregunte cómo defenderse. Ya le dirán que lo mejor es no tener nada propio. Arriende, si se topa el majadero que quiera pagar tanto impuesto.
Si lo ahorca definitivamente la DIAN, pregúntele a los 50.000 (cincuenta mil, no lo dude) que prefirieron ser contribuyentes en el extranjero que ciudadanos en su propia patria. Puede ser el último medio de defensa que le quede.
Pregunte bien por el sistema tributario. Ni le decimos que lo lea y entienda, por no recomendarle imposibles. Pague asesores que le digan lo que deba hacer para que el Estado no haga con sus bienes mesa limpia. Si es empresario, lo que significa en Colombia ser un héroe, no olvide el impuesto a los dividendos. Será este el último lugar del mundo que prohíbe repartirlos. Y cuidado con ser muy rico. ¡Lo despluman! Lo aconsejable aquí es ser pobre. Defiéndase.
Si manda sus hijos a la Universidad, que no sea a una pública, la que usted mantiene con sus impuestos. Pregunte lo que puede pasarle a un joven que quiera estudiar seriamente. Y de las privadas, más vale ojo avizor. ¡Como están las cosas!
Defiéndase de su EPS. Pregunte cuál de ellas está razonablemente bien y a cuáles se han robado. Pregunte y defiéndase.
Si es empresario, trate de defenderse del tipo de cambio. Su dólar, exportador querido, vale lo mismo que hace 20 años. Los que suben son sus costos. Y el dólar no sube porque hay mucho y hay muchos por la cocaína. ¿Y qué hago para defenderme? Pues nada. No se nos ocurre qué decirle.
No tenga conflictos, porque no hay jueces. Y si le toca alguno, mejor que lo sienta culpable. No sabe lo mal que lo pasan aquí los inocentes.
Diga ahora con sinceridad y la mano en el corazón. ¿Fuera de defenderse, le quedan tiempo y energía para algo más?
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