El estilo es el hombre
Por D´Mar Córdoba Salamanca.
Esta frase la pronunció Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, en su intervención luego de su elección como uno de los “cuarenta inmortales” de la Academie Française. Y es que refleja mejor que cualquier otra lo que pasa con ciertos personajes que se dicen una cosa y resultan haciendo otra.
Lo del 20 de julio durante la instalación del Congreso de la República donde el profesor Antanas Mockus decidió repetir una vieja hazaña, la de bajarse los pantalones como lo hizo en 1993 ante unos estudiantes de la Universidad Nacional, ya no pasa por ser un llamado de atención o una anécdota simpática si se quiere, ahora lo que tenemos es una pobreza en su discurso que lo motivan a tomar acciones para hacerse notar.
El profesor Mockus quien logró en las pasadas elecciones al congreso 536.252 de votos de colombianos que ven en él un referente de cambio y buenas maneras, mostró lo que se conoce en otras latitudes como un “calvo” supuestamente para exigir silencio en la plenaria del Congreso, pero además para producir noticia que nos tuviera a todos hablando de su grotesca manera de comportarse.
Esta práctica de mostrar las nalgas no es nueva en las sociedades del mundo, se le conoce como “chato” o “cara pálida” que se remonta a la antigua Roma año 66 dC donde un soldado romano se bajó los pantalones ante un grupo de judíos que caminaban a un templo.
Pero el asunto es que esta no es la antigua Roma y que el lugar donde el profesor Mockus decidió bajarse los pantalones, seguramente para expresar la importancia que tiene por sus pares, es el Congreso de la República, donde se discuten las normas para la patria con los valores y principios de nuestra democracia, y por lo mismo el respeto debe imperar.
Claro, muchos dicen que bajarse los pantalones es lo de menos en un Congreso donde pasan tantas cosas, como actos de corrupción, o donde llegan personas apoyadas por grupos violentos, llámense paramilitares o guerrilleros; pero el asunto no es que porque pase de todo, entonces se tome la determinación de agredir a los demás mostrando las nalgas, como si eso contribuyera con el respeto que se le ha perdido a la casa de la democracia colombiana.
Eso sí debo anotar que lo de Mockus no fue lo único grotesco, pues ver a los integrantes de las FARC sentados en una curul sin haber pagado un día de cárcel por sus crímenes, es igual o peor de ofensivo a lo que hizo el tan recordado alcalde de los bogotanos.
De acuerdo con la Ley 5 de 1992 que no sirvió para pedirle respeto a Mockus hay una serie de sanciones para las personas que irrespeten en el recinto.
Dice el artículo 73 de la citada norma:
“ARTÍCULO 73. SANCIONES POR IRRESPETO. Al Congresista que faltare al respeto debido a la corporación, o ultrajare de palabra a alguno de sus miembros, le será impuesta por el Presidente, según la gravedad de la falta, alguna de las sanciones siguientes:
1. Llamamiento al orden.
2. Declaración pública de haber faltado al orden y al respeto debidos.
3. Suspensión en el ejercicio de la palabra.
4. Suspensión del derecho a intervenir en el resto del debate o de la sesión, y
5. Suspensión del derecho a intervenir en los debates de la Corporación por más de un (1) día y hasta por un (1) mes, previo concepto favorable de la Mesa Directiva.”
Dicho esto y sabiendo que no pasará nada con el doctor Antanas Mockus, bien valdría la pena una reflexión sobre el papel del legislador que en todo caso no podrá ser inferior al mandato expresado por los ciudadanos, que esperan de su senador un comportamiento decoroso, ejemplar y proactivo en beneficio de la comunidad; no espectáculos que den cuenta de la falta de argumentos que conducen al insulto para presentar alguna idea.
FIN
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