Por Angela M. Henao F.

Como era de esperarse el compromiso de “paz” acordado la semana pasada en Ucrania y que entraría en vigor el fin de semana, fracasó. 

Apenas una semana después de haber firmado en Minsk, Bielorrusia, el segundo intento de paz en la región, la derrota del Ejército de Kiev en Debáltsevo, un punto estratégico que conecta las dos zonas rebeldes, Donetsk y Lugansk, sitúa el conflicto en una nueva fase y una nueva escalada de conflicto, la más compleja de todas.

El presidente de Ucrania, Petró Poroschenko, afirmó ayer que había ordenado a sus tropas abandonar Debáltsevo para evitar pérdidas innecesarias ante la poderosa ofensiva de los rebeldes. Además propuso el despliegue de fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU.

Por otro lado, los pronunciamientos de la Casa Blanca frente al conflicto siguen siendo bastante tímidas. El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, llamó al ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, para exigir a Moscú que cesen los ataques rusos y de separatistas sobre las posiciones de las fuerzas ucranianas. Mientras tanto Obama se ocupaba de la inauguración de la cumbre internacional contra el extremismo violento.

El que si no se ha quedado quieto, mientras el conflicto se recrudece, es Vladimir Putin. Putin ha visitado Budapest para firmar 5 acuerdos estratégicos en materia de energía. Rusia financiará y construirá dos reactores nucleares en la central de Paks y suministrará gas a Hungría a precios preferenciales.

Rusia se fortalece Geopolítica y estratégicamente,  Ucrania sigue perdiendo poder sobre su territorio y el mundo  sigue observando.