Por Angela M. Henao F.
Este seis de agosto se cumplen setenta años desde que el ejército estadounidense lanzó una bomba atómica sobre Hiroshima, destruyendo totalmente la ciudad y causando más de 166 mil muertos.
Tres días más tarde, el 9 de agosto de 1945, y pese a que diplomáticos japoneses manifestaron a la representación estadounidense en Suiza su inmediata rendición, una segunda bomba aniquiló a Nagasaki, con otro espantoso saldo: 80,000 muertos. Estas bombas dieron un cruento y horroroso cierre a la segunda guerra mundial.
Ya en Japón se celebran ceremonias en conmemoración de las víctimas. Shinzo Aba, primer ministro nipón en un discurso dado ayer en su país ratifico el compromiso de su país en contra de la proliferación de este tipo de armas. En su intervención, Abe anunció que su país presentará una nueva propuesta de resolución ante la Asamblea General de la ONU en los próximos meses sobre la abolición de las armas nucleares, y dar un nuevo empuje a la idea como anfitrión el año próximo de la cumbre anual del G7.
Y mientras el mundo recuerda este triste episodio de la historia de la humanidad, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama pone en riesgo, para muchos, la pax atómica mediante la defensa del reciente acuerdo nuclear con Irán. Entre los que consideran este acuerdo como una inminente amenaza esta Israel en cabeza de su primer ministro Benjamin Netanyahu, aliado histórico de los EE.UU y casi único aliado de los Estados Unidos en Oriente medio. El primer ministro israelí, ha expresado su más tajante oposición al acuerdo nuclear y ha asegurado que éste pone a su país y a la comunidad internacional frente a “graves amenazas”. Estados Unidos podria estar haciendo acuerdos con el enemigo y dandole la espalda a sus amigos, desequilibrando la balanza de poder de oriente medio.