Hoy jueves se cumplen 26 años de la masacre de Tiananmen, con la que el autoritario régimen chino aplastó las protestas pro-democráticas que tomaron esta famosa plaza del centro de Pekín durante la primavera de 1989.
En la madrugada del 4 de junio, el Ejército Popular de Liberación desalojó a tiros a los estudiantes que pedían una reforma del sistema y criticaban la corrupción reinante.
Nunca se supo cuántas personas fueron asesinadas ese día. Hasta hoy el gobierno comunista ha negado la existencia misma de la
Aunque la China de 2015 es muy diferente a la China de 1989, en muchos aspectos es poco lo que cambió. En términos económicos, el país se consolidó como una potencia mundial, combinando dos elementos que se podría pensar como irreconciliables: Una economía de mercado libre, totalmente capitalista y un gobierno comunista y autoritario.
Pero desde el punto de vista político, social e ideológico, el asfixiamiento del régimen chino es tan fuerte como hace décadas atrás. Si bien se han logrado avances en las libertades personales, la expresión y la prensa todavía no son libres. El poder sigue concentrado en un solo partido, el comunista, que gobierna en el país con un férreo control desde 1949.
Los trabajadores son los más afectados, con jornadas laborales de más de 12 horas, falta de días de descanso, ambientes con condiciones precarias, bajos salarios y una excesiva división del trabajo son algunas de las fallas de un sistema que ha rendido sus frutos, pero que no se ha traducido en mejoras de la calidad de vida de los empleados chinos, sino en un mayor avasallamiento de sus derechos.
Ahora, un cuarto de siglo más tarde los fantásticos logros de la economía China y su rápido desarrollo en términos macroeconómicos, esconden una realidad muy cruda: La corrupción y el fraude han tomado la política y grandes montos de dinero están siendo acumulados por la elite política compuesta por tan sólo 80 personas.
El PIB crece mientras el medio ambiente del grande asiático ha sido devastado, el Estado de derecho es prácticamente inexistente y los derechos humanos siguen siendo pisoteados bajo el talón de hierro.